
Cuando llevaba 7 años casada sentí que el momento de ser madre había llamado a mi puerta. Tras un aborto natural llegó ella, Cris. Las repetidas enfermedades de mi pequeña hicieron que buscara solución entre las terapias alternativas. Y comencé a adentrarme en ese mundo y a fascinarme por él.
Años más tarde, nació Isaac, la “Sonrisa de Dios. Diagnosticado de TDA, entre muchas otras cosas continué buscando soluciones y me di cuenta de las conexiones entre la enfermedad y su mensaje emocional. Todo está interconectado y tiene un sentido“.
Mis antecedentes familiares son de sanadores, médicos y músicos. Y algo de todos ellos he heredado. Y a todos ellos les doy mi profundo amor, respeto y gratitud. Gracias a ellos, y a todo lo vivido, yo soy quien soy.